Parece que fue ayer, cuando medio asustada, asomaba tímidamente la cabeza al gallinero.
Las gallinas que corrían libremente por su espacio, que poco sabían de lo que se les avecinaba...
La humedad; típica gallega; envolvía aquellas mañanas de principios de invierno...y entre chaquetones y gruesos calcetines, me dejaba escapar y como siempre acudir a donde me estaba prohibido.
Las manos fuertes y rudas, de Camilo, se movían con destreza ante las indefensas gallinas.
En apenas unos segundos y escogidas casi al azar, dos o tres de ellas pasarían a mejor vida...
Recuerdo como aleteaban, se movían y elevaban al aire un canto de despedida, ante una muerte segura e imposible de evitar. Es como si fuesen conscientes, de que era su último canto a la vida...pero la destreza de aquellas manos, hacía que en apenas unos segundos, todo terminase, sin dejar más que unas plumas en el suelo y algo de sangre en la tierra.
Me sorprendía que aquel acto, cruel bajo mis ojos de niña, fuese rápido y preciso.
Me daba miedo la sangre y el aletear de aquellas aves...luego, entre el frío y el miedo, las ollas de agua hirviendo; envolvían a las pobres gallinas; para comenzar el ritual del desplume.
En apenas unos minutos estaban listas para ser introducidas en las neveras.
Me parecía imposible que minutos antes corriesen por su gallinero ...
Pero así es la vida...y luego aquellos platos, tan caseros, tan ricos...
Me queda hoy en la memoria, un recuerdo mezclado con miedo y algo de tristeza, con nostalgia y neblina...y esa humedad calando en mis huesos...
La lluvia a menudo acompañaba mis excursiones a los gallineros, siempre a escondidas, procurando evitar la reprimenda que me caería si me sorprendían y que casi siempre, recibía.
Ahora, muchos años más tarde, sigo sin poder matarlas, pido que lo hagan por mí, me siento incapaz de quitarles la vida...simplemente no puedo.
Aunque reconozco que su sabor casero, con aromas a maíz y verduras, a tierra y a carne sana, es inconfundible.
Por aquellas épocas, Camilo, el cocinero familiar, solía preparar unos zancos rellenos, que hoy os dejo para vuestro disfrute.
Espero que os gusten, son ricos, sencillos y no necesitáis hacer el ritual de la matanza de la gallina!!!
Disfrutarlo todo lo que podáis!!!
MUSLOS DE POLLO RELLENOS
INGREDIENTES:
- 6 muslos
de pollo
- 100 grs.
de carne picada de ternera
- 100 grs.
de champiñones en brunoise
- 100 grs.
de zanahoria en brunoise
Salsa:
- 60 grs.
zanahorias troceadas
- 60 grs. de
mantequilla
- 2 huevos
- 1 dl. Vino
de oporto
- 1 dl de
fondo oscuro, sal y pimienta blanca.
Brunoise: corte fino y pequeño, en cuadraditos.
PREPARACIÓN:
- Deshuesamos los muslos.
- Trituramos la carne, el pollo y los huevos. Le añadimos el perejil
picado.
- Mientras rehogamos la zanahoria y los champiñones en un poco de
mantequilla. Dejamos pochar y salpimentamos. Mezclamos con el picado de carnes.
- Salpimentamos los muslos tanto por dentro como por fuera, con ayuda de
una manga pastelera. Los enrollamos con papel de aluminio, pincelándolos con aceite
primero. Presionamos bien por los lados y los cocemos en agua hirviendo unos
10-15 minutos.
- Les retiramos el papel de aluminio y los metemos en el horno, sobre una cama de
cebolla, zanahoria, puerro.
Regamos con un poco de aceite.
- Horneamos unos 50 minutos. Al final añadimos el vino (a los 40
minutos).
- Pasamos la salsa por un pasapurés y le añadimos el fondo oscuro.
Reducimos y rectificamos de sal y pimienta.
- Servimos el muslo troceado en rodajas, sobre un plato napado con la
salsa.
- Opcional: Al lado ponemos patatas risoladas y judías verdes en juliana gruesa. (1º
cocida y 2º rehogada en mantequilla)
Patatas risoladas:
- Se tornean, y las metemos en agua un rato. Las escurrimos bien y las
freímos dorándolas por todos los lados. Las metemos en el horno, las salamos y
las cubrimos con fondo oscuro. Las horneamos hasta que estén blandas.