Este fin de semana, es distinto, más tranquilo...
Las maletas preparadas para mi viaje a Madrid y a medio hacer....
Los papeles se acumulan en mi mesa... informes médicos, analíticas, radiografías...cosas que con el tiempo han ido formando parte de mis enseres más íntimos, ya son parte de mí , como si fuesen prendas de las que no me puedo separar...
En Madrid, me espera el Dr. Silvestre, un gran cirujano de cardio, que me recibe sin dudarlo, que me examinará y dará su opinión. Apenas le conozco, salvo por los buenos informes obtenidos de él y que lo sitúan entre uno de los mejores de España.
Aún me queda la opinión del equipo de la Coruña, pero se va cerrando el círculo, se van terminando las horas de espera y se acerca esa operación tan temida y de la que no puedo escapar, pese a todo, y gracias a todos vosotros, estoy bien, anímada y con esperanza, es mas de lo que muchos tienen.
Recuerdo, cuando muy de niña, rondando los 6 años, en un salto infantil y de pié a una piscina, tuve la mala suerte de clavarme un resto de una botella de cristal en la planta del pié.
Recuerdo que dolía sin ser demasiado y como la gente, a mi alrededor, trataba de quitar ese cristal que se había escondido en mi huesudo y alargado pié.
La intención quedó en un simple gesto y estando en Madrid, donde había ocurrido el percance, me llevaron a un hospital, grande, enorme...no recuerdo su nombre pero si el movimiento de médicos y enfermeras...mi madre, sus amigas...los médicos y finalmente 10 puntos y un pié, que en pleno verano no lo pude meter ni una vez más en la piscina.
Esos días... vienen ahora a mi mente, tal vez, por volver de nuevo a Madrid, a otro hospital, tal vez... los recuerdos guardados en mi subsconsciente, salen y se liberan, vuelan y escapan dejando sitio a los nuevos, que dentro de poco van a ocupar sus celdas...
Pese a todo, no recuerdo dolor, ni siquiera miedo, sólo la incertidumbre de que me iba a pasar...
Y esos recuerdos de nuevo acuden lentamente, pasan la puerta de mi casa y noto como se sientan a mi lado, me susurran, me hablan y poco a poco y sin pedir permiso, se van metiendo dentro, muy dentro...me van preparando...pero los dejo, no me opongo, lo afronto con serenidad, como si fuese lo más normal de la vida.
Las noches, largas y silenciosas, se llenan de momentos buenos, de recuerdos agradables y como si tuviese la fuerza de un titán , alejo las vivencias pasadas que no me agradan, las empujo fuera de mi cuarto y me quedo con lo nuevo, lo bueno, lo agradable.
Estos días, valoro mucho cada minuto que pasa, cada canción que escucho y cada sonrisa que recibo, cada plato que elaboro, cada receta que leo y... sonrío. Sonrío con una sonrisa grande, iluminada.
Una sonrisa que esconde ese miedo que llevo por dentro, y al que no dejo salir.
Por ello, quiero algo nuevo, probablemente distinto y me acordé de cuando preparé la con la carne de bisonte, la cecina.
Es una carne rica y difícil de encontrar, salvo en tiendas especializadas.
Recuerdo que pregunté como prepararla, como hacerla de forma distinta, la quería sencilla, que me aguantase y que estuviese sabrosa y tras muchas indagaciones conseguí hace años esta receta que francamente, es algo lenta de hacer pero realmente buena.
Os la dejo y si tenéis tiempo y ganas, probar. También vale con ternera o vaca, pero y usé bisonte y reconozco que me ha encantado.
Después de hacerla, la guardo en la nevera en un recipiente hermético y cuando la sirvo , la unto con un buen aceite y la dejo macerar unos 20-30minutos.
A mi me gusta y me apetecía poneros algo distinto, algo original y compartir esta experiencia con vosotros.
Disfrutar de ella, como hago con cada minuto del día, como si no hubiese otro plato más que elaborar.
Y miles y miles de gracias por vuestra compañía.
Elena
La carne del bisonte, tal y como se vende en tiendas
especializadas.
INGREDIENTES
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375 grs de espaldilla de bisonte
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1/3 de taza de salsa de soja
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1 diente de ajo
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1/8 de cucharadita de sal
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1 cucharadita de pimienta negra machacada
PREPARACIÓN
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Cortamos la carne longitudinalmente, en el sentido
del nervio, en tiras de 0.6 cm de grosor.
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Picamos el ajo. En un cuenco, mezclamos la salsa
de soja, el ajo, la sal y la pimienta.
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Untamos las tiras de carne con esta mezcla, las
cubrimos con film transparente y las refrigeramos durante dos horas.
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Precalentamos el horno a 100º C. Colocamos dos
rejillas en una bandeja de horno. Disponemos las tiras de carne sobre las
rejillas e introducimos la bandeja en el horno.
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Asamos la carne de 1 ½ a 2 horas, o hasta que se
dore y esté crujiente y quebradiza.
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Debemos conservarla en un recipiente hermético.
No os olvidéis del concurso, os dejo el enlace:
http://cuatroespecias.blogspot.com/2011/08/mi-primer-concurso.html